
LO OBVIO
El principio de mi investigación filosófica es la de tratar de reflexionar sobre aquello que es “obvio”, pero que po un motivo u otro, social y culturalmente, no se quiere aceptar ni reconocer.
Esto desde mi adolescencia me ha perseguido hasta el día de hoy. Es el centro de mis Reflexiones.
Esta posición ¿se debe a una ingenuidad primaria?
Pienso que se debe, principalmente, a lo que Ortega y Gasset bautizó como
INTERESES CREADOS
Intereses Creados y enseñados como normas objetivas de todo tipo, desde convivencia; moralidad; convicciones religiosas; políticas y así sucesivamente.
El problema reside que esos Intereses Creados elevados a Normas Objetivas son enseñados y transmitidos de manera tan equívoca que resultan irreconocibles para aquellos que los han recibido.
Cuando era joven intransigente pensaba, como otros muchos, que todos aquellos que se niegan a reconocer “lo obvio” eran personas conscientes de que negando la realidad se beneficiaban a sí mismas y defendían sus privilegios de casta.
Ahora no hago esa afirmación tan extensiva, aunque reconozco que una minoría lo practica en forma consciente y reflexiva. Pero ese pequeño grupo sería poco eficiente si no contase con el apoyo de mayorías que emocionalmente les apoyan, aun vulnerando sus propias necesidades y conveniencias. He visto a colonizados dando la vida por sus colonizadores que les despreciaban. Esclavos defendiendo la esclavitud.
Expoliados defendiendo a sus expoliadores…
Pienso que cada ser humano piensa y actúa en relación a como se le enseña a interpretar el mundo en que ha nacido y vive. Eso se lo enseñan sus antecesores. Podemos decir que está sujeto emocionalmente a esa interpretación.
Esa atadura emocional le hace rechazar el análisis objetivo de aquello que se oponga de alguna manera a aquello en lo que “cree”. Ese “creer” implica un vínculo emocional ante todo.
La comprobación de lo anterior explic dos fenómenos corrientes en nuestra vida de relación humana:
LA INTOLERANCIA que significa no admitir al “otro”, ni a la “otreidad”. Es decir, al que es diferente de mí o lo que es diferente de lo que yo “creo”.
EL FANATISMO que es la imposición de lo que yo “creo” al otro, por la razón o la fuerza.
De ambas cosas a través de la Historia hay abundantes y dolorosos sucesos hasta el día de hoy en todos los continentes, como actores o receptores e, incluso, ambos aspectos. Bien lo saben los gitanos en Europa o las minorías étnicas de los Balcanes; los pueblos africanos; los amerindios de todas las épocas, hasta el día de hoy…
Curiosamente en los momentos de elecciones políticas esas máscaras de ocultamiento de lo “obvio” caen en el ardor de la lucha por el Poder de manera temporal, pues los contrincantes las usan como arma electoral. Ello no implica que adquirido el Poder renuncien a aquellas denuncias de falsedad e, incluso, no duden de adoptar las creencias y prácticas de aquellos que, días, antes eran para ellos despreciables intolerantes y fanáticos.
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