
LA DANZA
No es la primera vez que trato sobre el tema, pero hoy lo quiero hacer desde un aspecto más personal.
Durante muchos años no me interesé nunca por el baile en forma personal.
No sabía bailar, ni me interesaba hacerlo, aparte de sentir una vergüenza común para aprenderlo en una edad madura.
Cuando comencé a practicar Tai-Chi en forma constante, me fui dando cuenta que la ejecución del mismo, cuando se integra realmente en uno, es una danza.
Mucho más tarde supe la existencia y las bondades de la biodanza. Falto de información y de alguien que me introdujese en ella creí “ingenuamente” que se trataba de un aprendizaje a de integración VITAL del ritmo y la música y me puse a tratar de practicar por mi cuenta. Desde luego, con todos los problemas de todo amateur.
Ignoraba que entraba en un camino interesante y de exploración. No me había equivocado y eso lo confirmé más tarde con las reflexiones de un Maestro chino de Tai-Chi que, además, es bailarín clásico: Al Chung Liang Huang. Citaré algunas de sus palabras:
Para mi la danza no es una forma o molde que se categorice.
La danza es un estado en que estás muy consciente del cuerpo.
Cuando logras que tu cuerpo entre en el flujo, estás danzando.
Si te movilizas desde tu propio centro – sin compararte con los otros danzarines y sus movimientos – podrás sentir excitación y movimiento en tu cuerpo.
Si se limitan a repetir un patrón preestablecido parecerán robots.
Debe ser Tu forma, Tu apertura, Tus propios giros, Tu control, Tu conexión, la unidad de Tu cuerpo…
Mi experiencia me ha enseñado a sumergirme en la armonía del ritmo y entonces mis movimientos son espontáneos y propios.
Como yo desconozco las formas tradicionales en que se bailan los diversos tipos de baile, ciertamente no me confundo mezclando cosas. Simplemente invento sin tratar de crear nada, quizá el mismo ritmo lo bailo en formas diferentes cada vez en mis movimientos. Esto me satisface y es BUENO para mi cuerpo, igualmente que mi Tai-Chi, poco académico, pero con una práctica de casi veinte años en que raramente lo dejo de practicar a diario mantengo, a los 82 años, un cuerpo flexible y ágil.
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